El cambio climático está afectando la frecuencia e intensidad de las precipitaciones y las actividades antrópicas, como la fertilización, son las principales causas de entrada de N a los suelos alrededor del mundo. Entre otros factores, la temperatura, el agua y los nutrientes determinan cuánto respira el suelo, es decir cuánto dióxido de carbono (CO2) emite a la atmósfera debido a la actividad biológica. Y es, justamente, el CO2 uno de los gases causantes del calentamiento global.
La respiración del suelo es la suma de la respiración de las raíces y los microorganismos del suelo, como por ejemplo bacterias y hongos que modifican químicamente la composición de la materia orgánica originada en restos vegetales y animales. A nivel global, la respiración del suelo representa el segundo mayor flujo de CO2 en el planeta después de la fotosíntesis y supera muchas veces al emitido por la quema de combustibles fósiles.
Las regiones áridas y semiáridas, las cuales incluyen a las estepas patagónicas, cubren cerca del 40% de la superficie terrestre. Estos ecosistemas tienen un rol emergente en la variabilidad interanual del ciclo global de carbono. Debido a su gran extensión, pequeños cambios en los procesos de captura (a través de la fotosíntesis que hacen las plantas) o de pérdida de CO2 a través de la respiración en estos ecosistemas pueden tener grandes impactos sobre la concentración de CO2 de la atmósfera.
Un reciente artículo publicado por integrantes del INBIOP en la revista Plant & Soil indica que las emisiones de gases de efecto invernadero desde el suelo a la atmósfera en un sitio de estepa patagónica se elevan alrededor de 20% con el agregado de fertilizantes nitrogenados al suelo. Por otro lado, un aumento moderado de las precipitaciones (30% de la precipitación media anual, la cual es menor a 150 mm en el sitio de estudio) no produce efectos en el largo plazo sobre estos flujos.
Las respuestas a la precipitación se observan a escalas temporales muy cortas, esto significa que la respiración del suelo solo responde a los eventos de lluvia de modo inmediato y transitorio (por pocas horas o días) con la emisión de un pulso de CO2 de gran magnitud relativa, para luego recuperar rápidamente sus valores previos, tal como se observó en otros estudios del grupo de investigación.
Los resultados fueron obtenidos en un experimento de irrigación y fertilización a gran escala y largo plazo establecido desde 2013 en un área de estepa patagónica en el Campo Experimental Rio Mayo (INTA) en el SO de Chubut, Argentina, por el Grupo de Estudios Biofísicos y Ecofisiológicos (GEBEF) del INBIOP (UNPSJB-CONICET).
La información sugiere que ante un aumento de la frecuencia de los eventos de precipitación y del enriquecimiento con nitrógeno de los suelos de ecosistemas áridos/semiáridos aumentaría la concentración de CO2 atmosférico, siempre y cuando la captura de CO2 a través de la fotosíntesis no compense las emisiones de CO2.
https://doi.org/10.1007/s11104-022-05531-0